Por Marisa Punta Rodulfo
Querido Marcelo:
Compañero y amigo. Te despedimos hoy de este mundo de los vivos, para que te encuentres con tus seres más queridos. Te despedimos hoy, porque te fuiste antes que nosotros.
Todo tu quehacer de hombre bueno y sabio seguirá siempre acompañándonos. También te acompañaran esos chicos desamparados a quienes les dedicaste tanto afán.
Recuerdo vívidamente los Coloquios sobre la violencia ejercida en nuestros países por dictaduras atroces que produjeron muchas muertes, así como desaparecidos -eufemismo para referirse a aquellos cuyos cadáveres nunca fueron encontrados.
Fuiste muy polémico, nunca te alineaste, siempre mantuviste tu posición. Fuiste irreverente y lo seguirás siendo, irreverencia que compartiste con mi amado Ricardo. Una de las últimas presentaciones en público donde ambos participaban, en que dijiste: “Amigo, a nuestras edades tenemos que ser amigos de las diferencias, porque las mismas nos permiten ser más libres”.
Recuerdo que después de ese encuentro Ricardo se quedó pensando en la edad de cada uno. No importa la edad si uno siempre puede seguir floreciendo como un joven atrevido y productivo, libre para seguir pensando y luchando por los que más nos necesitan. Y los días de charlas interminables en tu casa, junto a Maren, allí en Punta Carretas en pleno Montevideo. Charlas compartidas con nuestra amada amiga Gilou García Reinoso, donde la alegría de estar juntos se mezclaba con el dolor de nuestros pueblos.
También recuerdo que, en un plenario convocado por Abuelas de Plaza de Mayo, la coordinadora al presentarte dijo unas palabras que nunca olvidaré: los uruguayos son hermanos “pero más buenos”. Eso se puede decir de ti, y también de un grande como lo fue “Pepe” Mujica.
Cuando te encuentres con Janine Puget, con quien debatiste al borde de su muerte, salúdala de mi parte y también a quienes engrandecieron nuestra profesión, con su actitud psicoanalítica, como decía Ricardo.
Fuiste y fueron todos ellos grandiosos, con la vehemencia de los grandes. Abolieron todos los “ianos”, no formaron parte de las filas de alumnos obedientes.
Siempre estarán todos juntos, con la alegría de haber contribuido a convertir el mundo en un lugar, por lo menos, o por lo más, más vivible.
Gracias Marcelo por haber existido en esa existencia sencilla y grandiosa.
Con todo mi cariño,
Marisa, junio 2025.
