El niño y el significante es un estudio de las funciones tempranas del jugar en la vida humana seguido de un análisis similar de sus funciones en la adolescencia. Se presta particular atención a la relación del jugar con el aprendizaje y el trabajo adulto. El enfoque es de tipo clínico con abundancia de materiales cuyo análisis persigue la mayor exhaustividad posible en un campo tan complejo.
No siempre la publicación de un texto encuentra su lugar y su tiempo apropiados. Las raras y bienvenidas ocasiones en que ese encuentro se produce, revelan que el autor pudo captar con lucidez un momento crítico, aquel Kairos de los antiguos, y formular su respuesta personal.
En la historia de nuestra disciplina –el psicoanálisis- algunas de esas circunstancias críticas se vinculan con el movimiento al que parecen estar sujetas las teorías. Como se observa una y otra vez, el advenimiento de una nueva teoría conmueve los cimientos de conceptos hasta ese momento vigentes. Sin embargo, muy rápidamente los nuevos conceptos se emblematizan, perdiendo su carácter revulsivo y creador.
Este circuito, caso inexorable, no obliga a resignarse a sus efectos. Por el contrario, exige una lucha para correrse del deslumbramiento que produce lo nuevo, así como de la trivialización a la que conduce su transformación en emblema.
En este texto, justamente, Ricardo Rodulfo toma la decisión de revisar algunos de los efectos de un momento revolucionario y crítico: el que se inició en nuestro país con una introducción de la teoría del significante, uno de los elementos cruciales de la conceptualización lacaniana.
Acompañado por la profunda convicción de que en el ámbito científico los conceptos son herramientas para pensar, y no mandatos a seguir ni ídolos a sacralizar, revisa en este texto las consecuencias de una lectura “demasiado lineal” de la teoría del significante en la práctica de los niños y adolescentes.
Esta reflexión crítica de un tipo de lectura, que condujo según el autor a “pasivizar al sujeto” desdibujando su diferencia, lo lleva a desplegar sus propias hipótesis. Hipótesis que en su conjunto permiten ir aprehendiendo “las cuestiones fundamentales” de este autor (P. Aulagnier, 1984).
Asumiendo como idea rectora que el “niño no recibe pasivamente significantes ya hechos sino que recibe un material significantes que activamente extrae y procesa”, resignifica, investiga cuidadosamente las fuentes de ese material significante, sus posibles destinos, así como las operaciones esenciales que realiza el bebé.
En la investigación de esas fuentes ocupa un lugar primordial el concepto de “mito”, concepto que sufrió en nuestro medio –bueno es recordarlo- vicisitudes particulares. Enarbolado en un primer momento para señalar el terreno no explorado por Klein, fue, con el correr del tiempo, relegado a otras formas de terapia o trivializado y vaciado de complejidad, o simplemente olvidado o desestimado.
La fulgurante definición del mito como archivo que evoca el autor, su propia idea del mito familiar como lugar, su conceptualización como “puñado de significantes dispuestos de cierta manera”, el modelo que propone a partir del término “collage”, la denuncia acerca de los efectos clínicos negativos a los que conduce mantener la disociación cuerpo/mito, etc.; todos estos elementos vivifican notablemente este concepto.
Otra consideración que introduce, siguiente una inspiración de R. y R. Lefort, es aquella que se refiere a dos tipos de funcionamiento diferente del significante: como significantes del superyó o como significantes del yo. Siguiendo el encadenamiento de sus reflexiones, se puede apreciar la fuerza que esta diferenciación posee para producir inteligencia sobre
Diversos hechos: tanto los que hacen a la práctica como a otra índole de problemas –tales como los de la producción y la enseñanza del psicoanálisis-.
Al detallado estudio sobre fuente y destino del material significante, le sigue en esta investigación una cuestión capital: la de la función o funciones que hacen posible la extracción y tramitación de significantes y sus efectos. El desarrollo de esta cuestión –a mi entender, fundamental- abarca y extiende el significado de la pregunta que D. Winnicott formuló, con sencillez, en 1945, sobre cuándo comienzan a suceder las cosas importantes y cuáles son las funciones que ponen en marcha esos procesos estructurantes esenciales. Las articulaciones que propone R. Rodulfo ofrecen una respuesta precisa y detallada: esas “cosas importantes” suceden antes y desde el nacimiento, y el playing winnicottiano es ese eje de transformaciones que permite la estructuración del psiquismo.
La definición del juego como “agujerear” (agujero cuyos efectos imaginarios describió notablemente Klein), la discriminación de funciones en el jugar anteriores al fort-da, la puntualización de las invariantes estructurales a las que dan lugar, su confluencia en la construcción de la categoría de cuerpo, su resignificación en la adolescencia así como las relaciones entre juego y trabajo, constituyen un inapreciable aporte (entendiendo por “aporte” un lugar de encuentro –sea de acuerdo, o cuestionamiento, o desacuerdo- que puede ofrecer un material teórico).
Antes de darle la palabra al autor haré dos últimas consideraciones: ante todo, deseo señalar que el fino entramado de conceptos que el autor analiza a lo largo de este texto, permite advertir su capacidad para recibir y trabajar lo que D. Winnicott, en su carta de 1952, bautizó como “los gestos creadores” de otros autores. Soportando la tensión que el contacto vivo con estos “otros gestos” produce, R. Rodulfo pudo elaborar y asumir su propia posición. Toma de posición que, a mi criterio, lo aleja del peligro de oficializar una torre de Babel. Por el contrario, lo condujo a plasmar hipótesis coherentes, pronunciándose en una serie de cruciales problemas. Entre ellos uno central, como es el referido al debate entre historia o estructura, suscitado en las ciencias del hombre bajo la presión del estructuralismo. Coincidiendo en este punto con autores como A. Green (o M. Duchet en el campo antropológico), R. Rodulfo se define presentando elementos teóricos que, a su juicio, permiten salir del encierro generación por la oposición historia/estructura.
Por último, se puede advertir que “las cuestiones fundamentales” que este autor plantea –aquellas que P. Aulagnier describió como “el punto conjugado de fascinación y resistencia que singulariza la relación de un autor con la teoría analítica” –no giran sobre sí mismas. Están, en cambio, fuertemente apoyadas en una búsqueda de inteligibilidad de aquellas condiciones psicopatológicas que, desbordando el campo de las neurosis, muestran, con mayor o menor rigor, los efectos de fallos en la estructuración psíquica.
Marilú Pelento
El fundamental es el que siguiendo a Donald W. Winnicott, diferencia el jugar como acción transformadora del niño y de su mundo del juego como realización puntual. Con este se intercepta la teoría del significante de Jacques Lacan . Así mismo es relevante la conceptualización de lo que es un agujero en el plano psíquico, tanto en lo normal como en lo patológico. Por último, el análisis de los juegos se extiende más allá de las fronteras del juego narrativo, argumental, para interesarse en lo que actualmente se considera juego conectivo, según lo conceptualiza Julio Moreno. El libro concluye con una hipótesis de articulación que hace derivar aprendizaje de la problemática del jugar.
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