Por Natalia E. Milocco
Fabián Casas en el prólogo de los Cuentos Completos de Juan José Saer editado por Seix Barral dice “[…] Saer tenía un plan: borrar la frontera de los géneros desde la poesía. ¿No es una decisión anticapitalista? ¿Y si, influenciados por Saer, borramos las fronteras burguesas de parentesco y creamos una nueva forma más libre de estar en familia, de vincularnos? ¿Y si perdemos, en un gesto alquímico, la forma humana y nos liberamos de una buena vez? ¿Cómo se hace? […]”[i]
¿Y si influenciados por Saer borramos las fronteras entre escritura académica y escritura creativa? ¿Y si al buscar la libertad en la escritura me encuentro con la libertad de mi pensamiento? ¿Y si en esa libertad por fin me encuentro? ¿Y si en esa escritura también me nazco? Como la Señora Isotta que perdió el traje de baño y con él perdió algunas ataduras “[…] apenas en el agua, se sintió contenta, más libre de movimientos, con ganas de nadar […]”[ii].
En la búsqueda de esa libertad, en la búsqueda del gesto alquímico del que habla Casas, del accidente nudista de la Señora Isotta, comparto dos poesías y un relato que corresponden a tres viñetas clínicas derivadas en literatura.
Nene adoptado
Ella quería devolver al nene adoptado. Cuando dejo de ser bebé se fue convirtiendo en algo tan distinto a lo que ella esperaba. No la necesitaba de la forma como lo había imaginado, en cambio demandaba cosas que ella no entendía. Se volvió llorón, problemático, desde el momento en que empezó a caminar. Un día volvió del patio y no se puso los patines, ella había encerado los pisos y él cruzó toda la casa, llevando tierra o barro. Ella pensó que sus padres, los biológicos, seguramente no usaron nunca patines, que el nene venía de esas casa de la villa en donde tienen todo sucio y no usan patines.
El nene crecía y se fue volviendo gordo, él no se parecía en nada a ella, que siempre conservó el talle de soltera, razón por la cual, nunca necesitó comprarse ropa. Si seguía así se iba a volver un gasto, y no podía admitir gordos en su casa, eso se lo había aclarado a su marido.
Ella le dijo de los problemas del nene adoptado, que quizás podía llamar a la oficina de “Defensa al consumidor”, que últimamente solucionaban muchos reclamos. El marido le dijo que eso había que hablarlo con la gente que correspondiera. Ella llamó a muchas Secretarías, pero el Gobierno había cambiado, los contactos que tenía no atendieron el teléfono, las llamadas se desviaban entre oficinas; comenzó a sospechar, que ellos no iban aceptar devoluciones, porque en el fondo también sabían.
Un día el nene adoptado estaba jugando en su pieza, abriendo los cajones de su mesa de luz. Ella se asustó, pensó en sus papás biológicos, que seguramente eran chorros. Esa vez y con la sensación inequívoca de una premonición, le dijo a su marido, “Este un día nos va a robar todo”.
Una mañana subió al “Río Coronda” con el nene, pero después bajó. Una policía lo encontró sentado solo -“solito”, dijo ella en su declaración- en el asiento de atrás, rumbo a Santa Fe, con un cartel colgando del cuello, que decía “A quien corresponda”.
Desarma y sangra
Desde el lugar de su ojo,
el piso está muy cerca,
luego se distancia,
de nuevo esta cerca.
La mano de su papá,
es la que guía el movimiento,
rápido y con fuerza.
La piel de la frente se abre,
hasta llegar al hueso,
y sangra.
Quizás fue por la bici,
la dejó en el patio,
o por las notas en la libreta,
no sabe.
En el hospital,
su mamá no habla de la mano,
para arriba,
para abajo,
rápido,
con fuerza.
Habla algo de una caída,
de un mueble,
de un salto,
lo llama accidente.
Barrio La Loma
Él me lo dijo y yo lo vi,
al vecino llegar,
parar el auto,
bajar borracho,
entrar a la casa y salir,
sacar todos los muebles
y prenderlos fuego en la vereda.
Él me lo dijo y yo lo vi,
en el barrio La Loma,
los gritos saliendo de las casas,
a veces con olor a comida,
a las doce.
Susy se quedaba sola,
de noche,
en La Loma.
Su papá le regalo un arma,
para defensa,
o compañía.
Él me lo dijo,
él escuchó,
un sábado al mediodía,
en La Loma,
un disparo.
Él me lo dijo y yo lo vi,
salir a Susy,
en los brazos de su papá,
con la sangre chorreando
desde la cabeza.
Toda la loma,
salió,
vio,
escuchó,
nadie pudo hacer nada.
Él me lo dijo y yo lo vi,
también lloré,
Él todavía no puede hacerlo,
tiene esquirlas de bomba en sus ojos.
Natalia Elisa Milocco es psicóloga egresada de la Universidad Nacional de Rosario. A veces actriz, a veces música, otras poeta-bailarina. Cuenta con estudios en Expresión Corporal y “didáctica de los lenguajes corporales”, Estudio Patricia Stokoe (CABA). Fue coordinadora de grupos de aprendizaje en el Centro Educativo-Terapéutico “Un lugar para aprender” y en el “Programa para jóvenes”, ambos pertenecientes a la Fundación del Desarrollo Infantil de la ciudad de Rosario. Dictó talleres de expresión corporal en diversas instituciones vinculadas a la educación no formal y la salud mental. Actualmente desarrolla su práctica clínica de forma privada y en organizaciones ligadas al deporte en el interior de la provincia de Santa Fe.
Si querés descargar él “Recomendamos de Transgredir el género“. Por Natalia E. Milocco
[i] Casas, Fabián. (2007) Prólogo “Alguien narra siempre”. Juan José Saer. Cuentos Completos. Buenos Aires. Seix Barral.
[ii] Calvino, Italo. (2014). “La aventura de una bañista”. Los amores difíciles. Buenos Aires. Siruela.
Documentación consultada
Ley Nacional 26.892 “Promoción de la Convivencia Escolar y el Abordaje de las Situaciones de Conflictividad Social en las Instituciones Educativas”. Res CFE 239/14.
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